domingo, 11 de septiembre de 2011

Capricornio y yo...

Sin lugar a dudas, Junio/Julio del 1975 fue un momento muy especial en mi vida. No solo regresaba a España sino que nos embarcábamos 33 días en un trasatlántico gigantesco. Esto puede sonar a historia de niña rica pero, nada parecido. Tan solo mi padre quiso compensar de alguna manera, el habernos llevado tan lejos de la familia y del terruño, trayendonos de vuelta en barco. A veces digo que fue una lástima que me tocase tan jovencilla, ya que solo tenía 13 años, ya que de haber tenido 18-20, lo hubiera disfrutado más... pero si lo analizo, a la vez, el haberlo vivido con la edad que tenía y, con lo observadora y analítica que ya era, me permitió observar todo mucho más minuciosamente, sobre todo, el comportamiento de los mayores en aquellas circunstancias de absoluto ocio y placer. Pude vivirlo a mi manera, y a la vez, también compartiendo la suya , en cambio ellos, solo vivían su locura disfrutando a su manera de ¨mayores¨. Ellos, vivían desenfrenados las noches,fiesta va y fiesta viene, ligoteo por aquí y ligoteo por allá, barra libre en proa y también en popa. Bultos que reían en la oscuridad por aquí y más bultos también riendo y haciendo ruidos raros por allá. Nosotros viajábamos en clase turista y no estaba permitido pasar a la clase de primera, pero ellos, si podían bajar a la clase turista y les encantaba hacerlo ya que había mucha más marcha. Yo me lo pasaba muy bien por los pasillos, de nivel en nivel, mirando por los ojos de buey que iban rozando el mar y que a veces, permanecían sumergidos. Me gustaba ir bajando niveles y percibir como el ruido de los motores iba creciendo según bajaba al igual lo hacía que el aplastante calor. Me gustaba ver la enorme estela que iba dejando el barco tras él. Observaba cada día como mimaban los marineros el barco, limpiaban las cubiertas con agua de vinagre casi continuamente y pintaban y pintaban. Supongo que así debía ser ya que ese, era muestro mundo flotante y no se podía dejar hundir. Algo que me chiflaba, era cuando había gran oleaje y sacaban los flotadores. Eran enormes aletas a ambos lados que ayudaban a sostenerse y flotar sin tanto movimiento. Si te asomabas, las veías reblanquecer en la azulada densidad del mar. Había una hora concreta en la que arrojaban los desperdicios de las comidas y se veía como quedaba un rastro flotando que en pocos minutos desaparecía ya que curiosamente, a los barcos, les siguen y se van uniendo ciertos grupos de peces algo carroñeros que arramplan con todo. También se veían delfines y en una ocasión unas ballenas. Sydney, Nueva Zelanda, Fidji, Tahiti,Acapulco, Curasao,Balboa,Canal de Panamá, Lisboa y Málaga. En cada lugar se hacía escala de un día y nos permitían bajar a hacer excursiones y compras. Recuerdo perfectamente cada lugar, unos me impactaron más, como lo hizo Acapulco. Allí, el barco no atraca en el muelle, sino en medio de la bahía y se baja al puerto en lanchas. Hay niños, que nadan hasta el barco con el fin de que les echen una moneda al agua y ellos sumergirse a cogerla. En Curasao, hubo un momento en el cual un policía enorme con pistolas como pistolero de película del Oeste , nos dijo; desde aquí de este punto, no respondemos de la seguridad de nadie, si no regresan puede que no regresen nunca.. El canal de Panamá fue la mejor experiencia de todas.


http://sheila-ayersrock.blogspot.com/2010/01/cruzar-el-canal.html.





Cuando había escalas no muy distanciadas, era soportable pero el último tramo desde Panamá a Lisboa, fue bastante desesperante ya que no se divisaba tierra por ningún lado y no se veían barcos cercanos, ni gaviotas, nada, solo calma chicha... recuerdo cuando llegamos a Lisboa, había pintadas de claveles rojos por todos las estatuas y paredes y la gente hablaba de la revolución de los claveles que había habido el año anterior. Unos días después se empezó a ver la costa del Sol, los edificios de Torremolinos y finalmente , Málaga.

Cuando hemos coincidido mi hermano y yo en hablar de este viaje, parece como si cada uno hubiese viajado en distinto barco. Obviamente, él lo vivió a los 21 y lo único que hacia era ligar, trasnochar, beber (....) bailar, gastarse todo el dinero que mis padres llevaban para los 5 y desaparecer durante días. El contaba vivencias tales como cuando una de las amigas del grupo, fue encontrada muerta y al no ser reclamada por familiar alguno, fue arrojada por la borda después de oficiar una misa por su alma. Esto, no llego a confirmar que fuese cierto ya que yo no lo presencié.

Aquí, en este viaje, aún siendo una niña, aprendí muchas cosas en ese ¨tiempo¨ que solo podía dedicar a observar, pensar y sentir. Y pude apreciar que el tiempo no pasa, que existe solo porque nosotros nos empeñamos en medirlo, ya sea con las estaciones, con los ciclos lunares ,o, como nos convenga hacerlo, con el fin de ponernos metas, principio y fin. Será. Para mi, el tiempo, es como una enorme burbuja que nos acoge en su interior. Pero el tiempo, no corre, somos nosotros quienes con nuestra fluidez y movimiento, hacemos que parezca que va pasando. Os explico porqué así lo creo. Durante este viaje, todos los pasajeros del barco vivimos el mismo día 2 veces. Ya se que tiene una explicación lógica científicamente hablando pero, Si debido a la ruta de navegación que este siguió, cruzando el trópico de Capricornio en zig zag consiguió que un día, el mismo día, lo viviésemos 2 veces, quiere decirse que el tiempo, fue para atrás y no para adelante. Ese día, lo viví 2 veces y de distinta manera cada uno de ellos y al igual les sucedió a los otros 500 pasajeros. L´Araldo del Mare, se edito 2 veces con la misma fecha pero con distintas noticias. Para mi entender, el resto del mundo siguió el curso estipulado por calendarios y demás y, nosotros, quedamos en el limbo durante un día.

2 comentarios:

  1. Que bonita historia. Estoy de acuerdo que tuviste ventaja al vivirlo como una nina.

    No puedo entrar con mi cuenta de google!

    Estrella

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  2. Preciosas entradas, esta y la anterior: dos pequeños tesoros en los que se mezclan la aventura del viaje y la perspectiva histórica desde el punto de vista tan especial de una niña; y qué decir del detalle impagable del día vivido dos veces. Las vuelvo a leer porque me han sabido a poco.
    Un saludo.

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