jueves, 16 de septiembre de 2010

Culturas

A menudo hablo de mis vivencias en Australia, a veces hasta yo me aburro.. pero no puedo borrarlo porque fue muy significativo para mi y sé que soy tal y como soy y pienso de la manera que lo hago, en gran parte debido a ello.

La segunda vez que mis padres decidieron regresar a Australia, yo tenia ya 8 años y, en esta ocasión fuimos a vivir a Canberra- A.C.T Australia Capital Territory- ciudad gubernamental y sede diplomática de numerosas embajadas. Mi madre era planchadora en alguna de las embajadas y vivíamos a escasos 2000 metros de la zona diplomática en un barrio llamado “Red Hill”, yo iba al colegio con los niños diplomáticos a E.S.L class – English Second Languaje- pues el padre Krämer, misionero Alemán y amigo de la familia, se las apaño para que pudiese ir a este colegio que tenia esta especialidad. Allí, era una más entre tanto extranjero- casi todos lo éramos- y así es como me convertí sin darme cuenta en amante de lo multicultural... mis amigos de clase lo eran y, a la vez algunos de ellos eran también los hijos de los embajadores donde mi madre planchaba y, ello me hacia especial para ellos – que cosas esto de las culturas-. Era especial porque mi madre les planchaba y me lo agradecían a mí.

Cada mañana, para ir al colegio, debía coger el autobús, la parada estaba justo en la avenida donde acababa la calle principal de las Embajadas, por allí pasaban mis amigos con sus coches diplomáticos rumbo a clase y yo allí de pié esperando al bus… no había día que si no era uno eran dos los coches diplomáticos que paraban para recogerme, casi puedo decir que era un reto para ellos a ver quien recogía a Sila primero.

Recuerdo que, dos de mis mejores amigos eran un niño Japonés – Hideo Suzuki- y un Tailandés -Zuruyut Horne- Hideo traía siempre su temari(pelota) Y su taketombo (hélices de bambú), Zuruyut era más maduro y no traía juguetes al colegio. Siempre les observaba detenidamente pues me parecían tan extraordinariamente interesantes… nunca vi una caligrafía tan maravillosa y perfecta cómo la de Zuruyut... No entendía cómo de esas manos aparentemente inflexibles y torpes , pudiera salir tal belleza… así es, las manos son distintas al igual que la piel, los ojos, los pies... podría perfectamente distinguir un asiático por los pies o las manos, en ellos no se distinguen las falanges de la misma manera… los dedos parecen carecer de articulación y las uñas están tan adheridas que forman parte del dedo dando la sensación de inexistentes... Podría reseñar muchos más datos cómo estos, pero
ahora no…

De la misma manera qué me siento atraída por las distintas culturas, a la vez, considero qué todo el atractivo que podamos encontrar en ellas, puede ser de lo más nocivo a la hora de querer compartir nuestras vidas... ellos con nosotros o nosotros con ellos. Imagino lo maravilloso y estimulante que debe ser tener el privilegio de compartir la ceremonia del té con una persona Japonesa de la cual estas atraído o enamorado… esto, puede ser la cumbre del éxtasis… o tener a tu alrededor a un descendiente Ibo pretendiéndote con su danza harmoniosa y sensual… todos somos mucho más atractivos cuando somos distintos... pero precisamente esta significativa diferencia es lo que casi siempre acaba con estas relaciones mixtas... lo que en principio construyó la relación es lo que finalmente acaba con la misma. Hay etnias qué bajo ningún concepto consienten la mezcla y, considero que de alguna manera están en lo cierto, de esta manera se evitan situaciones criticas, las cuales, algunas tenemos conocimiento de ellas.