sábado, 15 de mayo de 2010

Necesidad- Falta

Madrid se viste hoy de chulapo, celebra la fiesta de su Santo patrón, San Isidro Labrador. Hace un rato, me recordaba mi hijo, de lo mal que lo pasamos tal día que hoy, hace un año y precisamente hoy, hemos estado casi en la misma situación, pero esta vez, lo hemos previsto y controlado… dejo aquí el texto que escribí en su día:



Anoche, a las 00:30,mientras salía de casa en busca de una farmacia de guardia donde poder comprar un ventolín inhalador para remediar la falta de oxigenación de mi hijo de 15 años, me reconfirmé a mí misma, que la necesidad no siempre es relativa a lo que nos hace falta.

Mi hijo, pidió que llamase a su padre para decirle que se encargase de traer el medicamento según regresase este de la verbena de San Isidro- estaba allí con su novia y unos amigos y este, sabía que nuestro hijo no se encontraba bien- en realidad, mi hijo quería hacer llegar al padre, que no solo necesitaba el ventolín, sino que le necesitaba a él también. Para complacerle, marqué su móvil y, bip bip.. el teléfono móvil está apagado o fuera de cobertura.

Estaba en casa con nosotros mi hermana, pero ella no conduce, se me ocurrió llamar a Radio Taxi para pedir que me trajesen la medicina, pero no había manera de contactarles. No podía perder más tiempo y me vestí rápidamente, agarré las llaves del coche y fui en busca de la solución yo misma. Según conducía, de lo más tranquila por las calles desérticas del barrio, en busca de la farmacia de guardia, me sentía tan segura de mí misma, tan válida, independiente, resolutiva, que iba flotando de satisfacción, esa satisfacción originada debido a saber que puedo... que llegué a casa con el remedio para mi hijo y que este, esperaba seguro y convencido de que yo lo traería.

No niego que, en el primer segundo tenía esa necesidad de ser acompañada a la farmacia, de tener alguien a mi lado mientras conducía, pero no me hizo falta.

La necesidad a veces no es real, es caprichosa... necesito zapatos de varios colores para combinar con todos mis vestidos… pero, realmente me hacen falta?

Anoche, según me echaba en el camastro que preparé en el suelo, al lado de la cama de mi hijo, le escuchaba respirar con buen ritmo y dormir tranquilamente... apagué la luz y felizmente me inicié en ese viaje hacia el sueño, escuchando a lo lejos el jaleo de la verbena, como sonido de fondo...