jueves, 22 de septiembre de 2011

Desenlace

La vida nace y muere y, durante ese paréntesis damos comienzo y ponemos fin a infinidad de proyectos ya que la vida se desarrolla partiendo de ellos, la vida es una ristra sinfín de proyectos en desarrollo. Estos proyectos, no sabemos a ciencia cierta cuando van a iniciarse y, a veces, comienzan sin saber que así ha sido y, lo más emocionate es no saber su fecha de caducidad.

Entre los proyectos más importantes del hombre, se encuentra el de construir una familia e intentar llegar a la estabilidad en el amplio sentido de la palabra. Este al igual que otro de los proyectos de la vida- y no me refiero a montar una PYME o comprar un coche- se inicia sin fecha de caducidad pues de saberlo, no se iniciaría o al menos no con tanto énfasis, especialmente si sabemos que el final siempre suele ser traumático y el ser humano siempre pretende evitar este estado anímico y, por ello, nunca se evolucionaría. Al no evolucionar y pensando en ese final, se dejaría de contribuir y a la vez se limitaría uno a si mismo a no disfrutar de lo que esos inicios de proyecto pudiese llegar a proporcionarle a lo largo y, entre el paréntesis.

Hoy en día ya se predetermina que la posibilidad de la fecha de caducidad de una relación en pareja es según estadísticas ,no demasiado extensa, conllevando esto a un elevado estado de predisposición al fracaso. Básicamente se plantean relaciones con una estructura meramente económico/social, excluyendo los principios básicos de la misma, modificándolos según tendencias.

Me pregunto una y otra vez, por qué nos empeñamos en ver las puestas de sol justo cuando está empezando a amanecer. Siempre nos anticipamos a los hechos, saltandonos o, dejando pasar desapercibidos, los momentos que nos corresponden vivir paso a paso con sus logros o desventajas. Vamos de atrás a adelante y de adelante atrás; que podría haber sido o, que será. Pero, donde dejamos el qué, es ahora, lo verdaderamente importante. Dejamos de fluir debido a que sabemos donde podemos desembocar , convirtiéndonos así en agua estancada. Para qué vivir si sé que voy a morir.

Es como si en la estructura argumental llegásemos siempre al desenlace y saltásemos la presentación y el nudo. Que sería del Quijote , de Las mil y una noches, del Rey Lear, de la Comedia Humana, de Cien Años de Soledad, de Visión desde el fondo del mar... que sería de Lawrence de Arabia, de Casa Blanca, de Titanic, de Gentle. Que sería de las escuelas, de los institutos y universidades, que sería de la evolución. Que es lo que está pasando precisamente con la evolución, me pregunto.. nos conduce a llegar precipitadamente al ocaso en todos los aspectos o, en casi todos los más importantes.


Buscar el desenlace precozmente, parece formar parte de la filosofía de la vida actual y por lo tanto, al igual que ésta misma, está expuesta a cambios y adaptaciones.

A ver que otras vueltas le iremos dando..