lunes, 11 de julio de 2011

Los pilares de cualquier vida

Cuerpo, mente y corazón. !!Vaya combinación!!

Dificilmente las tres se conservan a la par. Puede que durante un tiempo lo consigamos ,o, creamos que lo hemos conseguido pero, no es posible, al menos no durante un largo tiempo. Poco a poco, se van desprendiendo , perdiendo la unificación, motivados por agentes externos. Esos que nos rodean a diario y nos tientan a variar constantemente.

El cuerpo pide perfección. La mente, lógica y , el corazón, estabilidad. Siendo que por separado, cada una de las peticiones, trunca a la otra.

No recuerdo cuando empecé a aparcelar estos tres pero, debió ser hace mucho tiempo, cuando entendí por alguna situación extrema que , mi mente debe estar dividida, que no puede ser una sola ya que de ser así, estaría expuesta a contagios y correría el riesgo de contaminación en su totalidad e irrecuperable. Siendo que si al menos, consigo aparcelarlo en 2, siempre me quedaría la otra mitad, apta. Lo ideal sería poder hacer muchas parcelas, pero no estamos preparados para tal función. Lo mismo sucede con el corazón y no tanto con el cuerpo . Este, solo es la bolsa que porta los ingrediente y, cierto es que no debe estar agujereada, sino bien cosida.

Ayer, mientras conducía de regreso de mis vacaciones, hubo un momento breve que regresé a una de esas parcelas y me hizo un gran daño. Afortunadamente, la parcela en la que me encuentro ahora, es tan fertil y solida , que solo me permitio que me quedase en aquella otra lo suficiente para apreciar esta otra, aun más. Aquella parcela se llenó del mal pero pude poner broche final ya que había fraccionado a tiempo, mas bien , creo que según se llenaba ya estaba creando otra y traspasando a esta, todo lo bueno para que no muriese y pudiese volver a germinar. Estoy convencida de que, podría haber sido muy drástico si no hubiera podido hacer la mudanza a tiempo, si mis sentimientos buenos, el amor, la amistad la ilusión , la alegría, se hubiesen quedado atrapados eternamente junto al mal. Yo hubiera dejado de existir aun existiendo. A pesar del mal, siempre estaba mi parcela de alegría y serenidad que me animaban cada vez más y me sentía fuerte y, llegó el día en que estábamos tan aliados que decidimos abandonar para siempre, aquella parcela oscura y abrirnos paso hacia la luz , esta, que nosotros mismos generábamos y que sorprendentemente, deslumbró al mal y lo cegó dejándolo indefenso y a cualquier merced. A la suya propia...

Ahora más que nunca, se que aquella parcela está en su sitio, donde debe estar, encofrada en cemento armado, formando parte de la base de mis pilares.