domingo, 29 de abril de 2012

Sal, la justa...


Pocas cosas hay que sean tan justas y baratas, como lo es la sal. Si todo se tuviese que dosificar con la precisión que se hace con  este mineral, habría excedentes de todo tipo o, al menos no existiría la ¨necesidad¨, mucho más allá.

Dosificar o, contener la necesidad de obtener a nuestro nivel , todo aquello que se nos ofrece, resulta un gran esfuerzo. Si ya lo es para aquellos que no nacimos en esta época , sino en otras en las cuales a penas existía nada al alcance y a penas se nos ofrecía nada, se nos ha hecho partícipes de la oferta de falsa bonanza y nos hemos involucrado alegremente, a los que han nacido ya en esta era de estafa contra la integridad del ciudadano de a pie generaliza da en todos los conceptos, estos, no entienden de otro estado ya que en él han llegado al mundo.


Estamos envueltos en un derroche colectivo que va succionando los recursos de nuestro planeta , que no son otros que los nuestros propios y , todo debido a que  nos han ido enseñado a echarle más sal a nuestras necesidades y, lo peor es que no somos capaces de apreciar lo que en realidad precisamos y, ello va convirtiendo a la vida, en un acto incomestible.