martes, 4 de mayo de 2010

Correspondencia...


Derivado de un post de Reyes Vaccaro y a la vez de mi propio comentario hacia este, recordé que había escrito este texto hace algo más de un año,el cual,fue comentario a otro post de un gran escritor Mejicano llamado Rodolfo Naró.
Me resulta emocionante poder utilizar textos antiguos para engordar mi blog, textos que siempre van a tener el mismo significado, pasen meses, años o toda una vida... aquí va:

De niña , vivía en Australia-1972- por entonces las cartas tardaban en llegar a España, unas 2 semanas y otras 2 en dirección opuesta. Yo era la encargada de escribir las cartas a la familia al igual que leerlas en voz alta, lo hacía con gran alegría y a la vez por pura obligación pues mis padres a penas sabían escribir, mi hermano mayor, era mayor y pasaba del tema y mi hermana, la mediana, estaba siempre enferma y no podía ni con su propia vida. Una vez escritas y enviadas, calculaba con gran exactitud cuando debería llegar la respuesta desde España y tal era mi ansiedad que nadie tocaba el buzón de la entrada del jardín y siempre me dejaban la sorpresa para mi. A veces , si veía una mariposa blanca , a mi entender quería decir que tendría carta, cosas de niña… aunque a veces realmente coincidían una cosa con la otra. Escribir cada carta era lo mejor que me podía pasar ese día y lo disfrutaba enormemente. Mi padre decía; qué letra tan bonita tiene la niña, y qué bien escribe, yo me estiraba sentada en mi sillita como toda una señorita orgullosa de si misma. En las cartas, mi abuelo materno le enviaba un cigarrillo desliado de tabaco negro a mi padre , (recuerdo que se llamaba “Montesol”) pues a este le gustaba el negro y en Australia solo había tabaco rubio. Mi madre le mandaba a mi tía unos cuantos dólares de vez en cuando y así sucesivamente intercambiábamos pequeños objetos que camuflábamos entre los folios escritos. Recuerdo aquellas sensaciones como algo tan constructivo y gratificante para mí. Era todo un ritual, el escribir la carta, doblar el folio , meterlo cuidadosamente en el sobre, cerrar el mismo mojándolo con la lengua que esta se quedaba con ese sabor amargo de la goma durante un rato,y poner el sello, esa era la mejor tarea, ir al post-office y elegir el sello mas bello,siempre me gustaban los de flora o fauna, habían cientos debido a la gran variedad de ambas existentes en ese continente,y el toque final, ir al buzón a depositar la carta que una vez se desliza de tus manos y desaparece dentro de ese enorme cilindro amarillo, sabes que será manipulada repetidas veces hasta llegar al destino final… a las manos de tus seres queridos al otro lado del océano... e igual emoción al abrir la remitida por el otro bando. Que suerte he tenido por haber podido experimentar tantas sensaciones a través de unos folios y un espectacular sello en un sobre.

Echo marcha atrás, y examino mi vida desde aquel preciso instante, uno de esos tantos cuando escribía aquellas cartas ,y se que ya entonces empecé a ser responsable de algo muy importante de lo cual ni yo ni mis padres sabíamos… ellos no solo se sentían orgullosos como padres que eran, sino que estaban convencidos sin ni tan siquiera saberlo, de que ayer, hoy , mañana y siempre seguiría siendo eso, esa niña que había adquirido responsabilidad y me convertí en la “madre” de mis padres y hermanos, y en la que cuando ellos ya faltan, sigue siendo la que escribe y lee esas “cartas” a aquella hermana que no podía ni con su alma … mi vida es un gigantesco saco de cartas.