miércoles, 14 de marzo de 2012

Cristales, sin mas...


El Domingo, emplee gran parte de la mañana en limpiar todos los cristales de la casa... habíamos estado de reformas en la fachada del edificio y las mangueras de agua a presión que utilizaron para descarnar las paredes dejaron los cristales cubiertos de miles de salpicaduras de cemento. He tardado 2 semanas en decidirme a limpiarlos de una vez, o, no lo decidí, tan solo llegó el momento, ese preciso instante en que sin pensarlo empecé a descolgar las ventanas correderas y meterlas en la bañera a fregarlas de arriba a abajo. No lo había hecho antes no por no tener tiempo, ya que aunque no me sobra, dicen que siempre se saca, sino porque el tiempo que me corresponde a mi , lo dedico según venga y nunca nada de esta estirpe, tiene prioridad ante otra de la misma. Como siempre, cuando escribo, me encuentro sentada y a mi izquierda está mi ventana, esa... esa por la cual miro tanto mientras pienso y, pienso... que hace de esta ventana una ventana tan especial si tan solo da al patio de un colegio, a los callejones de iluminación anaranjada, a esas viviendas de arquitectura falangista con sus persianas a medio echar que permiten a medias ver las sombras de los que allí viven. Ahí también está el platanero solitario. Antes de la limpieza a penas veía lo que se ve ahora pero no me hacía falta ya que sabía que ahí estaba y que volvería a verlo en el momento que limpiase los cristales. Podía haber estado así, sin ver claramente de forma indefinida ya que cuando estas seguro de algo, sobran las muestras.

Miro a través de los cristales impolutos y siento seguridad de saber que, lo mismo que veo ahora, es lo veo en cualquier otra circunstancia.