domingo, 6 de mayo de 2012

Aves, a volar...

Siempre me han interesado mucho los animales, (no tanto el hombre) observar su comportamiento el cual a si nos fijásemos un poco en ellos y, en la forma que estos tienen de anticiparnos las alteraciones que la naturaleza va teniendo a veces de forma natural necesaria y , en mayor parte, a causa de nuestra demencia y, que en cualquier caso, nos vemos involucrados. Las aves son mis favoritas, tan frágiles y fuertes a la vez, resistentes hasta el infinito, generosas a la vista y el oído humano (algunos no tanto al estar enjaulados). He vivido gran parte de mi vida en casas bajas con patio y, de los tejados se caian muchos pájaros al suelo, especialmente los vencejos o, también conocidos como aviones. Todo mi afan era salir a cogerlos e intentar lanzarles al aire para que con un poco de suerte, volver al nido de donde procedían , ya que éstos tienen las alas tan largar que no pueden ¨despegar¨ desde tierra.  A veces, me arañaban las manos ya que tienen unas unas muy largas y afiladas y en el acto de soltarles, desgarraban mi piel y durante rato sentía un gran escozor. Recuerdo que mi padre me solía decir; chica, deja el pájaro en el patio que a los vencejos y a las aves de Valsáin, entre otras muchas, el macho les tira del nido y si regresa el polluelo, le volverá a echar fuera. Si acaso fuese otro tipo de ave, la madre vendría a alimentarle hasta que fuese lo suficientemente fuerte como para poder volar y guiarle de nuevo al nido.


El ser humano, no hay quien le entienda... en general, ¿porqué siempre nos empeñamos en mantener en mente todo aquello que nos lastima, aquello que nos ha lastimado?. Curiosamente, tenemos la capacidad de seguir dando vueltas a lo malo durante toda nuestra vida si es preciso, como si lo malo fuese importante de sostener por algún motivo e incluso, si se nos llega a olvidar el autentico motivo del porqué de ese sentimiento negativo hacia alguien debido al tiempo transcurrido, seguimos empecinados en que algo malo nos sucedió y nos acosa incesante en contra del sujeto en cuestión, siendo qué, con esta aptitud, también vamos en contra nuestra. Ya no sé ni porqué, pero te sigo odiando!! Porqué lo bueno, no nos deja el mismo poso y no nos duran los buenos momentos en mente de la misma forma, solo mientras están sucediendo y poco más y,  hasta tenemos que pararnos a recordarles, porque tenemos la  necesidad de fotografiarles. Porque el mal no necesita tener imagen. Porqué si todos deseamos la felicidad y los momentos agradables, no son estos los que predominan y los que sustituyen por defecto a los malos. Debido a qué, son los malos recuerdos y momentos los que consiguen empeñarnos fastidiandonos la existencia una y otra vez y, otra más. ¿Será que es más necesario recordar lo malo que lo bueno? Entonces es que estamos confundidos. No se entiende que si ya conseguimos que el ave cayese fuera del nido, porque nos empeñamos en intentar ayudarle a volar para que regrese, si eso hará que nuestras manos queden despedazadas por sus garras infectas.

A veces, las personas nos empeñamos en mantener en nuestro ¨nido¨ aves que ya no pertenecen a la puesta, huevos que eclosionaron en nuestro nido equivocadamente, de una especie distinta y que aceptamos como propia. Ave que no solo se cagó en el nido, sino que aceptamos limpiarlo. Ave que vuela a su antojo y que regresa al nido a dejar los parásitos ajenos. Aves de rapiña.



Así es el recuerdo del mal y, entonces, porque no dejarlo volar...

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