martes, 15 de noviembre de 2011

Reacciones

El hombre, no acepta críticas alegremente, aunque alegremente las hace. No siempre la crítica es con fin correctivo, y tampoco lo es como simple crítica. Hay veces que criticamos porque nos encanta lo que criticamos y precisamente por esto lo hacemos, por celos o por envidia de no ser nosotros el motivo de critica. Otras, criticamos sin motivo por el hecho de hacer lo mismo que hacen con nosotros. Criticamos a aquel que critica y con este acto, ya estamos criticando nosotros. A veces, nos comentan sobre uno de nuestros actos o actuaciones sin pretensión alguna y el hecho lo transformamos en crítica directa acusativa, despreciativa, humillante, se nos retuercen las tripas por dentro, tanto si la ¨critica¨ es razonable o no. Esto sucede, porque siempre existe la posibilidad de ser criticados, ya que siempre queda la pequeña mota de imperfección, en cualquier aspecto de la vida. Nos cuesta aceptar la crítica de un igual ya que consideramos que, y éste que sabe, o al menos, no sabe más que yo. Sí aceptamos , aunque no nos guste tampoco, la crítica que provenga de un ¨superior¨ o especialista en la materia a criticar, ya que aunque su crítica pueda ser hiriente, y no siempre es así por ser una crítica negativa, ya que si ésta no es sincera, y puede darse el caso y nos estén vacilando, también resulta hiriente como pueda ser la critica negativa, pero con la diferencia que ésta última, la negativa, puede ser correctiva y beneficiosa. Hoy, me ha sucedido algo relacionado a lo que estoy hablando. He hecho un comentario- no una crítica- con toda mi buena intención, con el fin de ¨compartir¨y sentirme partícipe de algo que pensaba que así debería ser y, el otro bando, se ha sentido profundamente criticado dejando claro que sabía de la imperfección pero que no le importaba en absoluto. - imagino sus tripas en ese momento debido al tono de su voz y sus palabras- Acto seguido, las mías, las tripas, se me han revuelto también, al igual que mi lengua...
Si todos tenemos las mismas reacciones y, no nos gusta recibirlas del prójimo, porqué no nos aplicamos el antídoto contra todo el veneno que llevamos dentro.

1 comentario:

  1. Ponerse en el lugar del otro suele ser un buen antídoto contra ese veneno. Con la edad, siempre tendemos a ser más tolerantes, o a tener la cabeza más despejada de prejuicios y contradicciones.
    Un saludo.

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