martes, 28 de junio de 2011

Chorradillas: por si habían pocas

Aunque lo que esperamos que suceda, no llegue a buen puerto. Mientras llegue o no llegue, la espera con su incógnita y nuestro deseo, hace que cada barco, sea fantasma o no, se mantenga a flote. Después, puede que se deje arrastrar a la más desesperante deriva, pero entre tanto, se pueden y, suelen, experimentarse todo tipo de sensaciones, las cuales, son parte de la cotidianidad.

No importa tanto el resultado final, sino el transcurso hasta llegar a esa meta.

No importa que me den calabazas, si durante semanas he estado satisfaciendo mi interior más profundo imaginando lo maravilloso que puede ser ese encuentro. Nadie me va a quitar esos momentos altivos vividos, esas mariposas en el estómago, las pocas ganas de comer, la felicidad de sentirme feliz prediciendo una felicidad que me haga feliz. Que importa la decepción cuando he tenido tanta satisfacción. Esa satisfacción que es perfecta ya que yo la genero a mi antojo. Imaginar/idealizar el hombre/mujer perfect@ , el trabajo, el viaje, la tarta, la fiesta, el vino, el coche, la vida… todo lo imaginamos y disfrutamos hasta que se convierte en realidad y ahí es donde llega la posible decepción a corto o largo plazo. Pero ese es el riesgo que hay que correr, la satisfacción no existiría sin la decepción y viceversa.

Toda decepción es el resultado de haber vivido, no importa de que manera, momentos maravillosos o, al menos importantes, ya sean imaginarios o no… creo.

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