domingo, 25 de diciembre de 2011

El porqué

Se dice que, las Navidades son fechas en las que se echa en falta a los seres queridos, los que ya nunca podrán estar con nosotros. Hoy, he experimentado esa sensación, aunque no se si ha sido realmente eso, echar de menos a los seres queridos que ya no están conmigo, sino que en realidad lo que me ha sucedido es que he echado de menos a los seres queridos que no están conmigo aunque ello no signifique que no estén en este mundo. Creo que todos echamos especialmente de menos a aquellos que ya han fallecido, cuando nos falla alguien muy especial en nuestra vida o cuando nos sentimos solos, abandonados,amargados, frustrados,decaídos... es cuando nos encontramos así, cuando nos acordamos y echamos en falta a los que nos han dejado, ya que estos, lo hicieron involuntariamente y no nos sentimos traicionados, pero sí nos seguimos dando lástima por la perdida y se unifican los sentimientos varios. Es fácil echar mano de los muertos para consolarnos de los males que nos ocasionan los vivos. En cambio, cuando todo nos va sobre ruedas,les dejamos reposar tranquilamente en sus tumbas y consideramos que hacemos bien, ya que hay que vivir y en cierto modo así es ya que estamos obligados a ello.

Si hay algo que a pesar de querer controlar, a veces es imposible de conseguir, eso son los pensamientos, los recuerdos. Son tan dañinos como beneficiosos, dependiendo de las circunstancias o contenido de estos. Son de lo que estamos hechos y de lo que seguiremos siendo hasta el fin de nuestros días, es un cúmulo que va posándose uno encima de otro y que el último no necesariamente es el menos recordado ni el primero lo es por serlo.

Hacía más de tres años que no lloraba, no me salían las lágrimas por más que lo desease, por más que lo necesitase, ya que llorar es necesario… Hoy, he sacado las urnas donde están las cenizas de mis padres y las hemos abrazado entre nuestros cuerpos mi hermana y yo y ambas hemos llorado, ella, estoy segura que ha sido de verme llorar a mi y yo, lo he hecho por pura necesidad aprovechando el acto que tenía entre manos para desahogarme de otras cosas... de llorar por todo lo que necesitase; por mi, por ti, por el mundo, por mi hijo, por mi hermana, por todo lo que es y por lo que no ha sido, porque es Navidad o porque me estoy haciendo vieja, por los que han nacido hoy y por los que no han llegado a nacer, por todo y por nada a la vez, por eso he llorado, y que bien me he quedado. Después, mas tarde, he vislumbrado varias secuencias de cena Navideña mientras yo cenaba con los míos. He visto las lujosas mansiones y el despilfarro, he visto los comedores de acogida, he visto que millones de cenas no se han llevado a cabo, pero ni anoche por ser Navidad, ni el resto del año por no serlo. He imaginado a los que quiero, cenando sin mi y yo sin ellos y me he dado cuenta, de que se puede cenar solo, y que no es necesario si acaso ni cenar, pero he cenado. He tomado una copa de un buen vino y otra de cava, me ha dado un puntito muy rico y me he partido de risa con mi hermano y su hemorroide, con el gusto tan desarrollado que tiene a su manera y los plátanos fritos que le sabían a sardinas asadas, también -debido al vino- hasta nos ha hecho gracia el ventoseo que se ha tirado el perro mientras cenábamos y otras cosas más… todo me parecía de risa después de llorar o después de las copitas, que más da el motivo sino la finalidad. A la vez pensaba que no podía creer que ni un sms me llegase aunque solo fuese por cumplir, pero cumplir es tan rastrero, que más bien, no lo quiero. No podía creer tantas cosas, aunque en realidad no son tantas, sino solo una, el porqué.

Se escuchan petardos lejanos y mis oídos se convierten y escucho como si fuesen los de mi madre... ella siempre decía que escucharlos en la oscuridad de la noche le ponía los pelos de punta y se tenía que tapar con las mantas ya que la asustaba el recuerdo. Me suena o imagino como si fuesen los disparos de una guerra, esa que ella tanto describía,imagino los fusilamientos que se llevaban a cabo a escasos metros de su casa, en las tapias del cementerio de San Isidro y, recuerdo seguidamente los agujeros que dejaron en esta, las balas y que mi abuelo metía el dedo en ellas cuando me explicaba el porqué de los agujeros. Allí se derramó mucha sangre, toda ella, de un bando u otro, sangre inocente. Inocente, como lo es todo aquel que se deja arrastrar por la fuerza del líder, no importa lo que lidere. No es culpable el acto, sino la idea equivocada. Visto así, todo es aceptable y no hay culpables a pesar de no haberse salvado ni cristo.

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