martes, 1 de febrero de 2011

Deseo

Desde donde mi memoria me permite, cuando a la hora de soplar las velas en los cumpleaños, escuchaba la frase : formula un deseo!! siempre me quedaba en blanco. Y , cuando me decían; ahora no lo tienes que decir , para que se cumpla. Me quedaba tan fresca ya que nada tenía que desvelar , ya que nada había llegado a desear. Puede que desde niña ya viese lo complejo que son los deseos, puede que ya entonces en alguno de esos momentos en los que se me pidió formular uno, o, varios, lo hice y no dio resultado, puede que desistiese ya entonces de formularlos.

El deseo es, bajo mi punto de vista, a parte de ser esa ilusión necesaria para vivir, también es un lastre, un obstáculo.

Desear, es no hacer nada por lograr lo que en realidad deseamos.

El deseo es un tanto como la fe. Deseo que me toque la lotería…Dios mío que me toque! Pero a caso juegas?

El deseo, por regla general es caprichoso, veleta, es visceral y en raras ocasiones, es pura necesidad. Cuando hay auténtica necesidad, el deseo desaparece en su madurez, para convertirse en un hecho, en una realidad. Los deseos cumplidos, no llaman a nuestra puerta, solo los incumplidos lo hacen una y otra vez, convirtiéndose en ese lastre del que hablo.

1 comentario:

  1. ¡Ah el deseo!, ese tahur que engaña a nuestra indolencia para azuzarla en pos de lo inalcanzable, o lo que sólo podría alcanzarse, con una actitud más enérgica de la voluntad. Por eso los deseos deben ser pequeños, como fresas nuevas del final del invierno; sólo así, existe la posibilidad de llegar a ellos. Quede para los megalómanos la conquista del mundo y sus confines; la champions y las grandes proezas. Un deseo pequeño da satisfacciones como uno grande, y si nos lo podemos permitir ¿porqué renunciar a él?

    ResponderEliminar