Fresas, esas...

Hoy he comprado un kilo de fresas, las he preparado laminadas y puesto a macerar en zumo de mandarina y unas gotitas de vinagre. Así es como las preparaba mi madre. Ella compraba en temporada casi a diario para que mi hermana mi hijo y yo, tuviésemos siempre a disposición tal exquisitez ... nos encantan la fresas y si ya están preparadas a gusto, mejor que mejor. Siempre me llamaba por teléfono para recordarme que estaban listas esperándome al regreso a casa del trabajo. Venga! ven a comerte las fresas que tienen muchas vitaminas y tú estas ¨escacía¨... Ella utilizaba un vocabulario muy peculiar y ésta palabra, se que significa desnutrida o similar pero no he encontrado nada parecido en ningún diccionario ya que seguro está muy distorsionada de ir de boca en boca o, era inventada... Hoy, al preparar esas fresas tal y como lo hacía ella, he pensado o, mas que pensar he sentido lo que ella sentía cada vez que preparaba esas fresas que nunca comía y que todo su afán era ofrecérnoslas a nosotros. Ella no se quería ir, solo quería que la hiciesen un pequeño apaño para seguir preparando fresas unos añitos más ya que a mi me hacían mucha falta... Era cierto que su interés por vivir era el de acompañarme. No existía en ella el egoísmo disfrazado de querer permanecer fingiendo que es por otros, sino que en ella, sí era por otros pero, al igual que sí hay quien muere por alguien, nadie deja de morir por alguien. A veces, dependiendo de mil factores no necesariamente negativos ya que puede ser en un momento de felicidad inmensa, mientras barro, mientras vivo... me invade un estado que no me agrada,y es que no quiero dejar de preparar esas fresas para mi hijo, que no quiero que las eche en falta y que sufra por su ausencia y que al igual que yo se que ella solo pensaba en las fresas sin interés de comerlas, yo siento lo mismo a pesar de saber, que al igual que yo aprendí la receta, mi hijo también la aprenderá y preparará fresas. Hoy, he preparado esas fresas para mi hijo y no las he comido.