El año escolar está a punto de finalizar. Este curso, mi hijo de 17 años debería haber cursado el primer ciclo de PCPI (iniciación a la formación profesional). El es una persona totalmente pacífica y tranquila, observador, callado y no le gusta la gresca. En el segundo mes del curso, no hubo más solución que dejar el instituto ya que por su condición y ser ¨distinto¨ sufrió acoso y malos tratos por parte de un grupo de alumnos. No voy a entrar en detalle ya que sería largo de contar y, no es de este tema del que quiero hablar, sino de las lineas de la vida, o las del tiempo, como se les quiera llamar, esas que se entrelazan y nos dirigen, si no ponemos demasiada resistencia.
A veces, no tantas, le he preguntado a mi hijo que le gustaría hacer en la vida, a que le gustaría dedicarse y, siempre me decía que no lo sabía. Que nunca había probado a hacer algo , con lo cual no tenía ni idea que le podría gustar. Tan solo en una ocasión cuando íbamos detrás de un camión de basura me dijo; mira, eso es lo que quiero ser, basurero!!! y le dije; bueno, pues lo miramos a ver... Siempre, desde pequeñito le encantaban los camiones de basura y mi padre y él, se dedicaban a ir tras el camión según recorría el barrio. Y por qué no? basurero feliz, pues feliz a fin de cuentas.
Hace poco más de un mes, empezó a hacer un curso de jardinería que hemos pagado ya que desde que tubo que dejar el instituto, no ha habido manera posible de encontrar otro centro para que continúe los estudios. Ya no está en edad escolar obligatoria y como ya no me pueden crujir a mi por mala madre, le han olvidado y nos tenemos que buscar la vida y, nos la buscamos.
A este lugar, llegamos buscando en la red las distintas ofertas y, no sé por qué, pero hemos llegado al sitio, al lugar y, mi hijo se encuentra en el paraíso y, en este paraíso, le quieren y le motivan. No lo hacen porque lo estamos pagando, no. Simplemente, hay personas y lugares y, es cuestión de encontrarse. Mañana finaliza el curso que le interesa y no retoma las clases hasta Octubre pero, Javier, el director del centro, le ha ofrecido a mi hijo que siga yendo al vivero este mes, que le regala hacer un curso de técnico en arte floral. Mi hijo está emocionado y, yo más. El ve que esa persona está siendo generosa y no entiende realmente el por qué, ya que hasta este momento, todo lo que ha encontrado en su camino, ha sido lo opuesto. Yo estoy emocionada, porque he comprobado que, al igual que a principios de año lo hemos pasado francamente mal, el hecho de que así sucediese, es lo que ha hecho que conozcamos a Javier, y que este, en unos pocos días, haya reconocido en mi hijo, su profundidad, su alma y que quiera ser ese maestro de forma gratuita. Se que Javier no va a dejar de existir en la vida de mi hijo cuando acabe por completo los cursos de fin de año. Se que Javier, dejará de llamarse por su nombre y que entonces se llamará, entre otras... confianza y auto estima y ante todo, habrá logrado que mi hijo crea en sí mismo, para así poder creer en los demás. No sé si llegará a ser jardinero o, finalmente llegue a ser basurero, eso no importa. A veces encontrará su lugar y otras no, pero lo importante es que como ha hecho hasta ahora, siga siendo él, que no tenga la necesidad de cambiar por nada ni nadie pues de esta manera, ha llegado a Javier y, habrán más...
lunes, 30 de mayo de 2011
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