Indudablemente, el paraíso no es un lugar especifico. Carece de color, textura o forma, solo es una percepción, una sensación de bienestar que todos perseguimos. El paraíso es algo que llevamos en nuestro interior pero que no dejamos que aflore, precisamente porque el concepto ¨paraiso¨ al que nos referimos, es erróneo. Lo que conocemos como tal, es la fotografía que nos han vendido y esto, es lo que pretendemos encontrar. Un lugar lleno de palmeras, aguas cristalinas de color azul turquesa. Una extensa e interminable pradera llena de flores silvestres de mil colores con un único árbol también en flor y, un cielo azul angelical. Cualquier escenario de este tipo, o, cualquier otro de nuestro agrado, se le llama paraíso. ¿por qué no? pero, una vez aquí, nos encontramos en el paraíso o creemos estar porque así nos lo han contado. EL paraíso no existe o, al menos, deja de existir en el momento en el que se interpreta mal el significado. El paraíso es el paraíso mientras éste sea una ilusión, mientras soñemos con ello, mientras sea inviolable. Una vez violado, se convierte en un negocio, en el momento en que se convierte o convertimos en algo meramente material. El paraíso en este estado, se puede convertir en nuestro infierno, en esa trampa que nos lleva a la condena eterna.
El paraíso no se comparte, es intransferible. El paraíso no es algo que alguien construye para ti y, tú, no debes intentar construir uno para otros. El paraíso que es bueno para ti, deja de serlo para el otro ya que lo has construido basándote en ti mismo. Nadie quiere un paraíso ajeno, al menos, no por mucho tiempo. Los paraísos son independientes y, dentro de su independencia, se pueden allegar. Llegan para ser disfrutados en su gran momento y en breve se van, con la intención de regresar en cualquier instante, solo hay que estar dispuestos a acogerles según vengan. Estos momentos precisos, son el paraíso.
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Creo que tiene razón Sila, hoy por ejemplo me he levantado en el paraíso de cualquier ciudadano alemán, afgano o finlandés; pero no lo he percibido así. Me ha costado caminar en la arena; me molestó la luz intensa y las flores atraían bichos zumbones y amenazadores. En casi todas las religiones, hay un lugar en el que la escasez, el rigor climático no existen y hasta la orografía o la demografía, están definidos con el ánimo de compararlos ventajosamente con cualquier realidad; se supone que esta idea simple, actuará como cebo ineludible en sus destinatarios, mas deberán cumplir unas determinadas premisas para acceder a destino tan preciado.
ResponderEliminarNunca se tienen en cuenta las condiciones del viajero a este resort, porque haber llegado allí, incluye haber cumplido con todos los visados, estado de gracia que en teoría unifica a tirios y troyanos.
El éxtasis o el placer en cambio, como sucedáneos del jardín de las delicias, presentan los inconvenientes típicos de la realidad, que discrimina por gustos y se ve sometida a las consecuencias del camino escogido (digestivas, musculares o mentales), que habrá de gestionar el turista, una vez instalado.
Como Ud. indica, acarreamos nuestros edenes sin darnos cuenta, y basta que se conjuguen las circunstancias particulares, para que abramos las compuertas al deleite. Por supuesto, cada uno tiene sus preferencias a la hora de elegir evas o adanes con quienes compartir la excursión; pero debe saber de antemano lo que Ud. también puntualizaba: que para los acompañantes, es tan sólo un sitio más, y nosotros, no somos Dios; apenas una hamaca amarrada entre dos palmeras.
No puede haber paraiso si tambien existe el infierno.
ResponderEliminarO quiza es que tiene que existir el infierno para que exista el paraiso. Lo que me temo es que no hay paraiso sin infierno: es paraiso por la posibilidad de convertirse en infierno en cuanto deje de serlo. Yo creo que el unico paraiso posible esta dentro de uno. Un simple recuerdo puede ser el paraiso.
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