Se dice que, no es bueno vivir de los recuerdos cuando, cada segundo que transcurre ya forma parte del mismo. Imagino el transcurso de la vida como una cadena de producción. Está el producto bruto o, materia prima o, como lo queramos llamar, que está pendiente de ser procesada. Está el procesador y , por último, está el producto elaborado y empaquetado, el cual será almacenado.
El recuerdo es ese almacén con las paredes cubiertas de estanterías las cuales están repletas de paquetes de distintas dimensiones y peso y, dependiendo de estos factores, así les habremos etiquetado y nos será más o menos fácil o, difícil de encontrar en caso de quererles recuperar. Otros, carecen de etiqueta y estos pasan a otra instancia, la de los objetos perdidos.
¿Que sería de nosotros sin ese recuerdo que a veces tanto renegamos de él? no seríamos nada, no existiriamos ya que no nos daría tiempo a recordarlo, no nos daría tiempo a empezar cada día, no podríamos trabajar, ni amar, sonreír, hablar, caminar... y, cualquier insecto efemeroptero nos superaría y se le podría considerar longevo comparado a nosotros.
¿ que nos creemos que somos?
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