Me suelo decepcionar ante la falta de dedicación y/o, ante la mala o nula elaboración, en términos generales.
No solo un buen guiso requiere de esa dedicación y esmerada elaboración. No solo una obra de arte, ni un traje de alta costura, ni tampoco la talla de un diamante de 6 kilates en forma radiant o, brillante o, un Chateau Petrus. Todo acto, todo, merece y precisa de esos esenciales; dedicación y esmerada elaboración.
Una buena película, una estupenda representación teatral, una obra literaria, unas croquetas crujientes pero cremosas, unas albóndigas bien fritas pero que no reboten, un buen cocido a fuego lento en su puchero de barro, unos besos dulces y jugosos, las caricias sedosas pero que dejan huella. Cuando las cosas están bien hechas, la satisfacción tanto de los resultados obtenidos como el resultado que ejerce en los demás es satisfactorio hasta el grado que, no tiene uno que pensar en ello más y, fluye y, nos hace fluir. Es como pasar página sin necesidad de volver a retroceder. Es pasar página satisfactoriamente sin tener que volver a rectificar lo errado, sin intentar concluir lo inconcluso. Es hacerlo siempre, lo mejor posible, pero de verdad. De verdad, sin cosmética.
Esto que he explicado , forma parte de la lógica que aplico a lo siguiente:
Me he preguntado muchas veces en los últimos años, porqué me siento tan conforme con la muerte de mis padres. Ahora, lo sé.
Sé porqué no echo en falta a mis padres que tanto amaba, no, no amaba, amo. Sé porqué pienso en ellos sin que me duela. Sé, porqué no me siento huertana. Sé muchas cosas que no tienen interpretación referente a esto que siento. Se, que nada dejaron pendiente, al menos bajo mi juicio. Sé, que todo aquello que elaboraron, fue con esmerada dedicación. Sé que le pusieron la sal y la pimienta en la medida que ellos pudieron o, comprendieron. Se que hasta el ultimo momento, estaban en su lugar. Se que aun lo están. Sé que las páginas que ellos iban pasando, no había necesidad de volverlas a leer. Se que no necesito leerlas hoy. Se que nada tengo que reclamarles y por ello, estoy satisfecha y feliz ya que ellos, cumplieron su misión.
Que buenas están tus croquetas, me dijo el otro día mi hijo...
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Precioso.
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